miércoles, 13 de enero de 2010

ANDRES TRAPIELLO

¡AQUELLOS TRENES DE ENTONCES!

¡Aquellos trenes de entonces
entre León y Palencia!
¡Dorados atardeceres!
Bardas. Carrizos. Iglesias.
La triste monotonía
se miraba en la meseta.
Yo leía. Y contemplaba
alguna lejana hilera
de chopos en silencio
o las verdes sementeras.
Parecía el traqueteo
filosófica monserga:
todo es igual y distinto,
todo cuestión de paciencia.
Y aquel sol entumecido
se adormilaba en las cuevas
que mi corazón abría
entre León y Palencia.

¡OJO!
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